Por petición popular, y aprovechando un reciente baldeo del mismo, procedo a mostraros el tallercico. Para que se vea que no se necesita nada espectacular para meterse en estos lios.
Tengo el santuario montado en el garaje (o cochera), principalmente dentro de un cuartito, pero los trastos rebosan y también salen fuera.
…y mi trialera tristemente abandonada, gracias a los ecologistas taaaan simpáticos que tenemos en este país.
Son de madera, recias, magníficas. A un lado la cabina de arenado y encima un oredenador que debería servir para consultar fotos y manuales, pero es demasiado viejo y no tira….
Nótese a la derecha colgado un recuerdo de mis nunca suficientemente estimados ni alabados ecologistas patrios.
Y algunos reconocerán la garrafa bajo el fregadero… 😉
Ya lo veis. Todo muy prosaico. Lo único que es indispensable en este negocio es el espacio.