Tándem Motobecane Inter Club. 1ª Parte
A continuación le toca al faro. Se ve de color amarillo, pero no es debido a que haya amarilleado el plástico, sino a que lleva la bombilla de ese color, propia de los vehículos franceses de la época. El cable está cortado y he de conseguir uno nuevo con funda transparente, lo cual se resulta más difícil de lo esperado. Al final lo encuentro en una veterana tienda de electricidad: www.monsoybenet.com
La dinamo funciona, aunque tiene algunas picadas. Curiosamente el mismo modelo lo distribuía Gemo. Los cables van por el interior del guardabarros pegados con masilla de carrocero. El piloto posterior está bien gracias a su protector, pero este ha abollado el guardabarros.
Los guardabarros son de acero inoxidable. Quito los bollos golpeando desde el interior con una pequeña maza de nylon, apoyado el guardabarros sobre el neumático de la moto para no marcarlo, y con un poco de pulimento quedan como nuevos.
Las varillas que los sujetan y, sobre todo, los tornillos de anclaje están en muy mal estado. Sustituyo tuercas y arandelas por inoxidables y elimino el óxido de los soportes con un disco de estropajo verde que me he fabricado. Por cierto que los de marca Scotch Brite son más efectivos y duran el triple que los de marca Vileda. Tras la limpieza, pulo con pasta Rinci, que ahora se llama Stark. No me da tiempo a llevarlos a zincar. Espero que el pulimento de siliconas Titanlux que doy a continuación ofrezca algo de protección. Con el paso de las semanas veré que se vuelve a oxidar y que darle un baño a las piezas será inevitable. Lo mismo aplicará a las tuercas de las ruedas.
El siguiente paso son los frenos. El tambor posterior ya comprobé que iba bien cuando revisé las ruedas y ya está adecentado. Desmonto pieza a pieza tanto el cantiléver delantero como el puente trasero. Solamente necesitan sacarles un poco de brillo.
Tras los frenos desmonto los pedales. Afortunadamente están completos y no tienen holguras, aunque sí bastante óxido. Como no estoy por la labor de desmontarlos por piezas, me decanto por utilizar ácido oxálico. Hago una prueba preliminar con unos alicates inservibles por el óxido acumulado y veo que funciona, aunque el hierro sin cromar, a pesar del zincado, queda de color gris.
Disuelvo un par de cucharadas, pues viene en forma de sales, en dos litros de agua destilada y meto los pedales dentro. Al día siguiente el óxido ha desaparecido. Enjuago escrupulosamente los restos de ácido y seco a conciencia. Pulo un poco el zincado para devolverles su brillo y los engraso.
Una vez terminados los pedales voy a desmontar platos y bielas. Se encuentran bastante bien, pero acusan las marcas de 30 años de vida. Aquí me tropiezo con otro inconveniente que no puedo resolver. Mi extractor de bielas tiene el mismo paso de rosca, pero es de un diámetro inferior. Pido ayuda a mis vecinos de Pavé, pero sus extractores también resultan pequeños. No me queda más remedio que adecentarlos puestos en el cuadro, con las dificultades para trabajar que ello comporta y de tenerlo que hacer todo a base de “jarabe de muñeca”.
Tras el repaso de los pedalieres el cuadro está casi desmontado. Llega el momento de la pintura.
Al ser un color metalizado y conservar las calcas en bastante buen estado, me inclino por repasar los desperfectos. Tampoco hay tiempo para otra cosa.
Voy a Pinturas Inesprat www.pinturasinesprat.com con una muestra y me dicen que en metalizado va a ser imposible de encontrar, que debería ir a un planchista para acertar con el color. Cuando pregunté por la restauración de la Orbea Luarca ya ví que no era demasiado viable esa opción, así que lo dejo.
Ante la perspectiva de dejar los desconchones y clapas de óxido, decido hacerme yo mismo la pintura. Escojo de la carta de colores el esmalte que más se parece y lo mezclo con plateado. El plateado aclara el color, por lo que debo añadir esmalte negro para compensar. Voy probando sobre el mismo cuadro hasta dar con el tono. Con un pincel lo aplico en las punteras, que están desconchadas por las tuercas de las ruedas y lo dejo hasta el día siguiente, pues al secar sube algo el color. Tras varios días de probaturas decido que ya he acertado con el color, pues este es clavado en la parte superior de la horquilla y en cambio parece claro en las punteras de la misma. Supongo que la pintura original no ha envejecido de igual manera en todas partes.
Mientras he estado con la pintura he aprovechado los tiempos de espera de secado para adecentar los cambios. El desviador lo hice cuando los platos y al cambio de piñones le llega el turno ahora. También le doy un repaso a las manecillas.
La dirección tiene un poco de juego. La abro, compruebo que no faltan bolas, ajusto y vuelvo a cerrar. Más adelante, una vez “estrenada” y recorridos unos cuantos kilómetros, seguirá sin convencerme. La tendré que volver a desmontar para comprobar que la rosca está marcada por haber perdido las bolas en algún momento y que por ese motivo no se apretaba correctamente. Afortunadamente, alguien debió intentar repararlo, puso bolas nuevas y no se han perdido, aunque lo dejase igual de mal que yo al principio.
Para mi pesar, vuelvo a encontrarme con el mismo problema que con las bielas: El tubo superior de la horquilla es de 28mm en lugar de 1 pulgada y no encuentro terrajas para reparar la rosca. Con una lima y mucha paciencia puedo rehacerla y ahora si que por fin resuelvo el problema.
A estas alturas faltan quince días para nuestro aniversario y lo tengo todo en contra.
En el trabajo he de dedicar más horas de las que tocan. En casa estoy inmerso en la remodelación de la habitación de mi hija pequeña, con toda la casa patas arriba, y me veo que no voy a poder acabar a tiempo.
Y aún no tengo asientos, ni puños, ni he resuelto como accionar tres frenos con sólo dos manetas, ni he encontrado la cesta de pic-nic, ni el manillar para atrás, ni su potencia, que tras probar varias ninguna lo situa en la posición correcta, ni el timbre, ni el caballete central….
Arghhh…! No sé qué estoy más, si nervioso o desesperado!
Tándem Motobecane Inter Club. 3ª Parte